Publicada 7 de marzo de 2015 – RNB https://rockandball.com.ar/ball/messi-munecas-124182/
Juan Cruz Leguizamón, amigo y arquero de Messi en Newell’s, dio detalles sobre el equipo que integraron apodado La Máquina, los detalles de la infancia del 10 y la amistad que aún sostienen, incluida una anécdota imperdible con muñecas. “Hablo casi todos los días con Leo”, dijo.
Nos olvidamos pero al fútbol no juegan robots, sino personas. Detrás de esas estrellas, de esas piernas que tanto corren a lo largo y ancho de la cancha, se esconden historias, sueños, momentos íntimos, familia, amistades. Por eso, cuando a Juan Cruz Leguizamón (arquero de Central Córdoba) le preguntan por Lionel Messi, su ex compañero en Newell’s, él responde: “Para mí no es Messi, es mi amigo Leo, con el que habló casi todos los días de mi vida. Es que pasábamos tanto tiempo juntos, que yo lo veo como un amigo más. Lo miro a los ojos hoy y veo al Leo de chico“. Ambos rosarinos se conocieron en las inferiores de La Lepra, allí se hicieron amigos y conformaron un gran equipo con la categoría 1987, apodado La Máquina, que dio lecciones de fútbol en cancha de 7 y luego de 11. Se trataron de las primeras gambetas y goles de la Pulga, pero también de sus preciados recuerdos de la infancia.
El fútbol bifurcó sus caminos posteriormente, pero antes los unió a mediados de los ’90. “Nos juntábamos en casa y decíamos ‘vamos a jugar a los tiros libres’. Yo tenía un arquito, poníamos las sillas altas de bebé como barrera, y las muñecas de mi hermana como arqueras. Pasábamos horas, tardes, fines de semana jugando así, como también salíamos a andar en bicicleta o íbamos todos los viernes a jugar fútbol 5 en las canchas de Lucas Scaglia (primo de Antonella, la novia de Messi)”, recordó en diálogo con Rock ‘N Ball. Así eran los días para estos chicos en Rosario. ¿Y esa histórica casa? Juan Cruz ya no vive allí, pero sí sus padres quienes tienen el privilegio de contar que algunos remates de Lionel fueron entre sus macetas. “Todo está intacto: todavía tengo el arquito, las pelotas Pulpito que usábamos, hasta el barrio está intacto. Todo quedó igual, excepto las muñecas que quedaron destrozadas”, completó Leguizamón.
“Nos conocíamos tanto, éramos tan amigos y jugando hacíamos parecer todo muy fácil. Ganamos cada torneo que disputamos contra equipos rosarinos y de AFA como River o Boca. El equipo quedó en el recuerdo de todos porque daba gusto verlo jugar y goleaba seguido”, rememora hoy Leguizamón, portero indiscutido del aquel conjunto que arrancó jugando en cancha de 7. Hasta se acuerda la formación de memoria. “Yo en el arco. Franco Casanova abajo, Matías Giannantonio por izquierda, Matías Pecce por derecha. Lucas Scaglia en el medio. Arriba, Agustín Ruani con Gonzalo Mazzía. Ese fue el comienzo de La Máquina ‘87”. A la que luego se añadieron, entre otros, un tal Lionel Andrés Messi, de una débil contextura física, pero con una técnica que asombraba a rivales, espectadores y hasta sus compañeros. “Siempre hizo goles alucinantes. Muchísimos goles similares al que le hizo al Getafe (símil al de Diego Maradona a los ingleses). Agarraba la pelotita en mitad de cancha, se esquivaba al equipo entero y terminaba adentro del arco. La llevaba atada al pie, y hacía así todos los goles. Con tan corta edad, tenía técnica de jugador adulto”, contó el uno. [De yapa: video 1 y video 2].
Otra anécdota, sobre las tempranas habilidades de la Pulga, la acercó Enrique Domínguez, uno de los entrenadores que lo tuvo, el cual a su vez es padre de Sebastián (defensor de Estudiantes): “Cuando el estadio de Ñewell’s se estaba remodelando, se jugaba en cancha de Central. En el entretiempo, Leo hacía juegos y no se le caía la pelota de los pies, ni de la cabeza, ni de los hombros. Tenía ocho o nueve años, y la gente lo ovacionaba como si fuese un crack del primer equipo”.
En Rosario, el talento futbolístico desborda. Por eso, además de Leo, había otro chico que sobresalía: Gustavo Rodas, de la ’86. Brillaba casi tanto como Messi, aseguran distintos rosarinos que veían sus partidos. Por algo, Billy integró tempranamente la Sub 17. Pero su carrera se estancó: brilló un poco en Perú y su último paso fue por Talleres de Córdoba, jugando casi nada. Sin embargo, el arquero Leguizamón lo vivió en primera persona y reafirmó su postura bien messista al respecto: “De chiquitos se los comparaba, y se decía que eran los dos mayores talentos de Newell’s. Billy era un gran jugador, pero nunca fue más que él. Leo siempre fue el mejor de todos”
Con el paso de La Máquina a cancha de 11, se le fueron sumando algunos nombres que destacaron como Diego Rovira, Mariano Miró, Gerardo Grighini y Federico Rosso. Incluso, el defensor Facundo Roncaglia jugó con ellos a lo largo de esos años, pero como delantero. “Facu empezó de punta y tiraba buenos centros. Nos reencontramos en Boca, cuando atajé ahí, pero Roncaglia ya había pasado a ser defensa”, detalló Leguizamón, quien por esas casualidades del fútbol se reencontró con su viejo compañero. Aunque la suerte no fue igual de grata para todas esas promesas. De todos esos nombres, la Pulga, Leguizamón, Roncaglia, Scaglia (hoy en el Jacksonville de EE.UU), Rosso (Crucero del Norte) y Mazzía (juega en El Salvador) llegaron a Primera. Muchos quedaron el camino, en el umbral que separa la etapa de formación del alto rendimiento.
Aunque la amistad quedó, y la mayoría de los integrantes de La Máquina siguen en contacto. “Fuimos todos los chicos al Mundial, a hacerle el aguante a Leo. Siempre que podemos nos juntamos, y estamos comunicados todo el tiempo a través de un lindo grupo de whatsapp que tenemos”, reveló Leguizamón, contento porque todavía ese vínculo, el lazo de haber sido hermanos en una cancha de fútbol durante varios años, no se rompió.
Contrarrestando la lógica de la distancia, la relación entre Lionel Messi y Juan Cruz Leguizamón no se perdió. El diálogo continuó a pesar de las diferencias futbolísticas: el primero siguió en tierras catalanes, y el arquero recaló en Central Córdoba, donde hizo dos años de inferiores y luego pasar a Boca. Empezó con edad de Cuarta división y fue titular en Reserva, hasta entrenó con la Primera. Debido a “un tema entre clubes”, dejó el Xeneize y volvió este semestre a Central, aunque también defendió los colores de Deportivo Morón y Sportivo Belgrano de Córdoba. “Tenía muchas ganas de volver, por lo que significa estar acá en Rosario con mi gente, mi familia, mis amigos, mi novia. Además, estoy en el club donde en parte salí y soy hincha, así que soy feliz”, relató el hoy arquero titular del Charrúa.
“Hablamos casi todos los días, entonces me informó directamente con él sobre las novedades que le ocurren allá. Sigo la mayoría de sus partidos en el Barcelona o en la Selección. Siempre estoy expectante a lo que hace”, detalla Leguizamón, de 27 años. Según él, estamos ante el mismo Messi que él conoció de pequeño: “Nunca cambió su forma de ser, no perdió su humildad, por eso llegó a ser lo que es. Además, es uno de esos jugadores que nacen una vez cada muchos años. Fue Pelé, Maradona y ahora es Leo”.